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  • Writer's pictureAndrea Arnau

De querer creer a querer crear

Al finalizar el 2019, como todos los años, me tomé un momento para reflexionar sobre todo lo que pasó en mi vida y me senté a planear mis metas para el 2020. Entre las reflexiones y los planes quedaron temas profesionales, familiares y, por supuesto, de salud. Pero hubo algo personal que no logré encajar en ninguna de esas categorías. Una reflexión había sido recurrente durante el año y tenía que ver con mi definición de creer. Había resultado de observar desde la distancia y vivir en carne propia momentos impactantes que dejaron una huella. Documentales como el de Michael Jackson y el de Elizabeth Holmes, el fallido IPO de WeWork, el movimiento #metoo y la creación del telar de sueños fueron, a pesar de sus evidentes diferencias, momentos en los que me detuve a pensar por qué creemos ciegamente en lo que creemos.

Entendí que, como seres humanos, creemos en lo que queremos creer. Por años negamos que Michael Jackson pudiera abusar de algún niño, calculo que es porque el costo de renunciar a su música era muy alto. Era más conveniente vivir con un Michael Jackson inocente que con uno que tuviéramos que repudiar. Algo parecido nos pasó con Elizabeth Holmes y Theranos. Tanto los que mirábamos desde lejos como sus inversionistas, quisimos creer que alguien tan joven iba a reinventar el mundo de la salud. Es emocionante vivir en un mundo donde los jóvenes, y mejor aún si son mujeres, cambian el statu quo. Lo que impacta es que quienes estuvieron cerca no hayan hecho la debida diligencia antes de permitir que lo que solo era una idea, alcanzara proporciones desmedidas. Después pasó lo que pasó con WeWork y observé cómo quisimos creer que sus carismáticos fundadores, hijos de mujeres particularmente valientes, podían construir algo aún más grande que un espacio para trabajar. Me impactó ver cómo la fuerza de la ambición superó la sensatez de expertos inversionistas. También vi cómo quisimos creer que podríamos ser héroes y heroínas y apoyamos movimientos que nos permitieran mostrarnos como tales, aunque fuera por un minuto. Fácilmente nos unimos a causas que sabíamos eran complejas, pero nos sedujo el hashtag, el like y el retweet. Actuamos rápido, sin pensar, y en el proceso terminamos creando un remedio más venenoso que la enfermedad. Frases como “no te conozco, pero te creo” retumban todavía en mi cabeza y me pregunto cómo se puede creer sin conocer. O peor aún, emitir juicios con consecuencias irreversibles para otros solo por ganas de figurar. Reflexioné mucho sobre la ligereza de nuestras opiniones en redes sociales y la necesidad urgente que tenemos de revisar las fuentes y pensar antes de hablar. Fue interesante observar cómo, en una mezcla de ingenuidad y deseo de grandeza, el famoso telar de sueños se hizo popular en mis círculos cercanos en Miami y Latinoamérica, y unió a mujeres que admiro inmensamente en una búsqueda, enceguecida en mi opinión, de apoyarse unas a otras. Quisieron creer en lo que en otra época fue conocido como un avión o pirámide y fue condenado por tantos. Querían pensar que esta vez iba a ser diferente, que por su forma de mandala y composición de los cuatro elementos, se protegería a las mujeres que llegaran de últimas y no pudieran recibir su recompensa de amor y dinero. Confirmé el poder del marketing y las historias bien contadas. Pero entonces, si creer es tan poderoso, ¿no será que creyendo con más juicio y prudencia logramos seguir creando el mundo que queremos? Estamos viviendo un momento sin precedentes. Para empezar, esta es la mejor versión del ser humano que ha habido en todos los tiempos. Estamos mejor educados que nunca, además de estar más preparados espiritualmente y emocionalmente. Están documentados muchos avances que nos llevan a concluir que el mundo en el que vivimos nunca había estado mejor. Por ejemplo, tenemos menos hambre, al punto que se ha vuelto tan importante controlar la escasez de alimentos como prevenir enfermedades causadas por el exceso de calorías. Hay menos guerras y personas con la formación necesaria para asegurarnos que seguirán reduciéndose. Además, la educación y la tecnología nos han permitido mejorar prácticamente todos los aspectos importantes de nuestras vidas, como la salud física y mental, la movilidad, la seguridad y la comunicación. Hoy, por ejemplo, muere menos gente de enfermedades prevenibles, se curan enfermedades que antes mataban poblaciones enteras, hay menos accidentes, y conservamos amigos y familias unidos a pesar de la distancia. El 2020, como todos los años, traerá muchos cambios y el comienzo de una nueva década que seguramente conllevará nuevos avances de todo tipo en nuestra vida cotidiana. Hoy somos testigos de cambios contundentes que pasan muy rápido y próximos el uno del otro. Los avances tecnológicos, un mundo más globalizado y unido, personas más preparadas y una gran abundancia de capital traerán nuevas oportunidades, a partir de las cuales podremos crear un mundo más próspero para todos. Vendrá también una mayor exigencia para el ser humano. La inteligencia artificial, por ejemplo, está haciendo que muchos de los trabajos que requieren menos intelecto sean reemplazados por máquinas, lo cual representa una oportunidad para aumentar las capacidades que son únicamente nuestras como la empatía, la creatividad y el razonamiento. Es vital para seguir avanzando como raza, comprometernos y asumir este reto. Con estas condiciones, el futuro solo depende de nosotros. El llamado que hago es a que nuestras creencias estén fundamentadas en información y experiencias que adquiramos juiciosamente. Mi invitación es a filtrar, profundizar y elegir mejor en qué creer para así crear cosas que construyan. Para lograrlo, recomiendo conversar más con gente que piensa diferente para comprender mejor el mundo. Controlar los apasionamientos y entender la proporcionalidad de nuestros actos. Comprometernos a siempre ir para adelante y asumir retos que pongan a prueba nuestro conformismo y nos hagan sentir un poco incómodos, para así crear cosas realmente innovadoras. Estoy convencida de que el mundo será cada vez mejor, pero creo profundamente que esto depende única y exclusivamente de que seamos valientes pero responsables, sabiendo que con cada uno de nuestros actos y decisiones estamos creando juntos un pedacito del futuro. Andrea Arnau Chief Marketing Officer Rokk3r

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